Publicaciones:
El Mar de Venus. Editorial Hijos del Hule. Barcelona (2010).
Ferro, el Muñeco de Hojalata que Quería ser un Niño con Corazón. Ediciones Gentle Noise. Barcelona (2011).
La Habitación de los Pájaros. Premio Relatos Románticos (2012). Publicación en antología Ese Amor que Nos Lleva, Ediciones Rubeo. Barcelona.
Microrrelato. (Antología). Epidermis. Barcelona (2012).
De tu boca, el despertar (poemario). Ediciones Carena (2013, Barcelona).
Todas las primaveras son pecado (poemario). Ediciones Carena (2016, Barcelona)


martes, 28 de diciembre de 2010

TU AUSENCIA

Como cada mañana, me desperté sobresaltado por el chirrido metálico de mi desvencijado despertador. Me froté los ojos con desgana, me puse las zapatillas descosidas, y me levanté para dirigirme hacia la cocina.
Era mi tedioso ritual de cada mañana. Después, daba un poco de pienso a mi gato, Rudolf, y me preparaba el café. Entonces, Rudolf se subía en mi regazo, se lamía las patitas con esmero, y observaba atentamente mi desayuno.
Rudolf había sido la única compañía que había tenido durante varios años, y por lo tanto conocía a la perfección cada uno de sus movimientos, tan rutinarios y llenos de tedio como mis días.
Sabía reconocerme por el olor de mi ropa, por el sonido de mis pasos, por la cadencia de mis gestos…Y eso me aliviaba porque, sin hablar, Rudolf me recordaba mi propia existencia.
Pero, una noche, al regresar a casa del trabajo, Rudolf no vino a recibirme como siempre, no me esperaba frente a la puerta ni maullaba ante mi llegada. Rudolf dormía profundamente estirado en su cama. Me acerqué para acariciarle pero no se despertó, ni siquiera se revolvió como solía hacer cuando quería dormir y mi presencia le incomodaba.
Entonces, un escalofrío recorrió mi espalda y me sentí tremendamente solo.  Aquel gato había sido mi única compañía durante mucho tiempo, y no podía aceptar su ausencia, tan inesperada…
Sin embargo, aquella noche me sentía especialmente cansado, y decidí dejarle descansar, pensando que a la mañana siguiente, Rudolf acompañaría mi rutina como cada día.

Como cada mañana, me desperté sobresaltado por el chirrido metálico de mi desvencijado despertador. Me froté los ojos con desgana, me puse las zapatillas descosidas, y me levanté para dirigirme hacia la cocina.
Era mi tedioso ritual de cada mañana. Después, daba un poco de pienso a mi gato, Rudolf, y me preparaba el café. Sin embargo, aquella mañana, Rudolf no vino hacia mí sacudiendo la cola atraído por el olor del pienso fresco; no se colocó en mi regazo mientras tomaba el café, ni observó atentamente mi desayuno.
Rudolf permanecía inmóvil, sentado frente a la ventana, ajeno a todo aquello, ausente…
Entonces, fui hacia el baño, pensé que necesitaba refrescarme con un poco de agua, despertarme de aquel mal sueño. Coloqué el agua en mis manos, y justo cuando me disponía a echármela en la cara ¡me quedé paralizado por el horror! Al contemplar la imagen del espejo, me di cuenta de que no había imagen, no había rostro, no había cuerpo… ¡Yo ya no estaba!


Alba Seoane

1 comentario: